Desde bien niño, el tacto, el querer transformar mi alrededor, el contacto con los materiales y saber, la curiosidad de conocer cómo es cada cosa, cómo crece, de donde viene, como se puede hacer para cambiarlo, el material, desde bien pequeño, las propiedades de cada cosa, cada materia, para poder hacer aquello que queremos, aquello que necesitamos, cómo construir, cómo deconstruir, como doblar.

De aquí surge el amor por la escultura, de trabajar la materia con las manos, saber cómo transformarla, hasta conseguir la forma que buscamos, hasta conseguir la forma que encontramos.